Tengamos sexo desenfrenado, no dejemos que nada impida que saciemos éste deseo que está cargado de placer y lujuria. Dejémos que nuestros impulsos nos lleven a la cama, dejemos que nuestros sentimientos se unan. Hagamos que nuestros cuerpos sean uno y olvidemos todo lo demás. Olvidemos a todos y seamos sólamente nosotros. Ya no hay más dudas, ni hay más verguenzas, sólamente nuestros cuerpos desnudos, agotados.
jueves, 24 de septiembre de 2009
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